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Para realizar una breve trayectoria sobre la historia del narcotráfico, debemos remontarnos a los años ’50 en los Estados Unidos de América. Por aquella época, el consumo de drogas estaba asociado con la delincuencia y marginalismo y era consumido por inmigrantes de Centro y Latinoamérica y negros. Con el transcurso de los años, el uso de drogas se generalizó e hizo masivo. El espectro de consumo se amplió, y chicos y adolescentes se incorporaron a los grandes grupos consumidores. Fue en estos años ’60 que las drogas empiezan a trascender como protesta, como rebelión política. La situación coyuntural en los Estados Unidos –la guerra de Vietnam y el fenómeno cultural del laissez-faire hippie- iba fuertemente correlacionada en forma positiva con el consumo de sustancias ilegales. Aquí es cuando el problema de narcotráfico se convierte en un problema de salud y orden público y de relaciones internacionales; donde los residentes de países enemigos son quienes ingresan las drogas que consumen los jóvenes –quienes son el futuro del país-. Lo expuesto con anterioridad marca un punto de inflexión en la historia estadounidense contra el narcotráfico ya que pasa a convertirse en un problema de carácter geopolítico. Es en 1970, con Nixon a la cabeza de la presidencia, que se inicia la guerra contra las drogas para acabar con la amenaza a la seguridad nacional.
Hoy en día, son Colombia, México, Perú, Venezuela, República Dominicana, Guatemala, Jamaica, Ecuador, Bolivia, algunos países de Medio Oriente y africanos, entre otros, los más conocidos relacionados con la producción masiva y organizada o tráfico de estas sustancias.
En Colombia, por ejemplo, los cárteles se subdividieron en lo que ellos llaman “cartelitos” que son especies de PyMEs que se especializan en las diferentes áreas a las que tiene acceso el narcotráfico. Estas entidades generan redes que se arman y desarman según la conveniencia. Dentro de Colombia, las FARC es la organización que más relación tiene con los narcos, al ser ellos quienes financian estas tropas guerrilleras.
En muchos países de Latinoamérica, el narcotráfico se ha ofrecido a pagar parte de la deuda externa de los países a cambio de dejar de ser perseguidos por el Estado. Y, según los rumores, fue el narcotráfico el responsable de evitar la quiebra de muchos bancos estadounidenses durante la crisis de las .com en el 2008.
Por otra parte, África, continente que antes se mostraba totalmente ajeno a esta actividad, es ahora la zona de mayor tránsito de la cocaína a raíz de la falta de controles, políticas públicas, desorden económico, político y social, etc.
La industria ilegal del narcotráfico tiene en contra al orden internacional, la sociedad y Estados del mundo, sin embargo es una fuerza que con el transcurso del tiempo va cobrando mayor cantidad de poder y su expansión, desarrollo y alcance no parece detenerse. Sumado a esto último, las decisiones políticas son tomadas sobre realidades completamente desconocidas porque no se conoce qué es el narcotráfico, dónde se genera, quién lo genera y para qué se hace: si para lucrar o sobrevivir.
Evidentemente, la injerencia estatal no ha ayudado en gran cuantía hasta el momento. Debe tenerse en cuenta que el número de funcionarios públicos relacionados con el narcotráfico va a creces junto con los gastos públicos destinados a combatir al narcotráfico. Entonces, ¿por qué no despenalizar consumo y tenencia de estas sustancias?
Importantes figuras políticas a lo largo de Latinoamérica han sido ligadas con personalidades y dineros relacionados con el tráfico de drogas. Tal vez aquí yace la razón por la cual la guerra contra las drogas se intensifica año con año. Los grandes narcotraficantes son los que más se benefician con la actual prohibición, y los operativos anti-drogas que se practican en Latinoamérica sirven para eliminarles la competencia que enfrentan por parte de los pequeños y medianos distribuidores. La despenalización acabaría con esta nefasta alianza del narcotráfico y el poder político.
En adición, pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico, al traer a la superficie el mercado negro existente. Con la desaparición de la clandestinidad del narcotráfico, disminuye
Para realizar una breve trayectoria sobre la historia del narcotráfico, debemos remontarnos a los años ’50 en los Estados Unidos de América. Por aquella época, el consumo de drogas estaba asociado con la delincuencia y marginalismo y era consumido por inmigrantes de Centro y Latinoamérica y negros. Con el transcurso de los años, el uso de drogas se generalizó e hizo masivo. El espectro de consumo se amplió, y chicos y adolescentes se incorporaron a los grandes grupos consumidores. Fue en estos años ’60 que las drogas empiezan a trascender como protesta, como rebelión política. La situación coyuntural en los Estados Unidos –la guerra de Vietnam y el fenómeno cultural del laissez-faire hippie- iba fuertemente correlacionada en forma positiva con el consumo de sustancias ilegales. Aquí es cuando el problema de narcotráfico se convierte en un problema de salud y orden público y de relaciones internacionales; donde los residentes de países enemigos son quienes ingresan las drogas que consumen los jóvenes –quienes son el futuro del país-. Lo expuesto con anterioridad marca un punto de inflexión en la historia estadounidense contra el narcotráfico ya que pasa a convertirse en un problema de carácter geopolítico. Es en 1970, con Nixon a la cabeza de la presidencia, que se inicia la guerra contra las drogas para acabar con la amenaza a la seguridad nacional.
Hoy en día, son Colombia, México, Perú, Venezuela, República Dominicana, Guatemala, Jamaica, Ecuador, Bolivia, algunos países de Medio Oriente y africanos, entre otros, los más conocidos relacionados con la producción masiva y organizada o tráfico de estas sustancias.
En Colombia, por ejemplo, los cárteles se subdividieron en lo que ellos llaman “cartelitos” que son especies de PyMEs que se especializan en las diferentes áreas a las que tiene acceso el narcotráfico. Estas entidades generan redes que se arman y desarman según la conveniencia. Dentro de Colombia, las FARC es la organización que más relación tiene con los narcos, al ser ellos quienes financian estas tropas guerrilleras.
En muchos países de Latinoamérica, el narcotráfico se ha ofrecido a pagar parte de la deuda externa de los países a cambio de dejar de ser perseguidos por el Estado. Y, según los rumores, fue el narcotráfico el responsable de evitar la quiebra de muchos bancos estadounidenses durante la crisis de las .com en el 2008.
Por otra parte, África, continente que antes se mostraba totalmente ajeno a esta actividad, es ahora la zona de mayor tránsito de la cocaína a raíz de la falta de controles, políticas públicas, desorden económico, político y social, etc.
La industria ilegal del narcotráfico tiene en contra al orden internacional, la sociedad y Estados del mundo, sin embargo es una fuerza que con el transcurso del tiempo va cobrando mayor cantidad de poder y su expansión, desarrollo y alcance no parece detenerse. Sumado a esto último, las decisiones políticas son tomadas sobre realidades completamente desconocidas porque no se conoce qué es el narcotráfico, dónde se genera, quién lo genera y para qué se hace: si para lucrar o sobrevivir.
Evidentemente, la injerencia estatal no ha ayudado en gran cuantía hasta el momento. Debe tenerse en cuenta que el número de funcionarios públicos relacionados con el narcotráfico va a creces junto con los gastos públicos destinados a combatir al narcotráfico. Entonces, ¿por qué no despenalizar consumo y tenencia de estas sustancias?
Importantes figuras políticas a lo largo de Latinoamérica han sido ligadas con personalidades y dineros relacionados con el tráfico de drogas. Tal vez aquí yace la razón por la cual la guerra contra las drogas se intensifica año con año. Los grandes narcotraficantes son los que más se benefician con la actual prohibición, y los operativos anti-drogas que se practican en Latinoamérica sirven para eliminarles la competencia que enfrentan por parte de los pequeños y medianos distribuidores. La despenalización acabaría con esta nefasta alianza del narcotráfico y el poder político.
En adición, pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico, al traer a la superficie el mercado negro existente. Con la desaparición de la clandestinidad del narcotráfico, disminuye
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