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En la cotidianidad la moral se encuentra imbricada en cada aspecto que se nos cruza, pues la convivencia no solo con la naturaleza, sino también con el medio humano implica juicios morales de valor.
Por ejemplo, saludar en la mañana, caminar por el lado correcto de la acera, dirigirnos con cortesía a un vendedor de periódicos, dar las gracias, obedecer alguna normativa de convivencia en general durante el tiempo que trabajamos, entregar asignaciones con responsabilidad, constituyen elementos morales.
Del mismo modo valorar positivamente el aporte de otros en nuestro proceder, respetar las leyes, ejercer el poder de forma moderada sobre nuestros hijos o sobre los niños en general, el cuido del ambiente y la preservación de los principios éticos más simples, son elementos morales, que están presentes a diario y en todo momento.
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