• Asignatura: Filosofía
  • Autor: isaarevalou
  • hace 8 años

Enseñanza que deja Kant para nuestra vida personal????

Respuestas

Respuesta dada por: ecsainnovando
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Immanuel Kant tiene fama de haber sido un excelente profesor, volcado con su docencia. Como parte precisamente de sus obligaciones estaba la de impartir algunos cursos sobre la materia Pedagogía que fueron rescatados por apuntes de algún alumno y que hoy conocemos como un opúsculo llamado precisamente así, Pedagogía, que tiene cierta fama en el área de la Teoría de la Educación. Se trata de unas pocas páginas que se leen en apenas unas horas, densas, casi telegráficas en algunos momentos, a las que la edición española de la editorial Akal que recoge la traducción de Luzuriaga, añade unos apéndices extraídos de otros lugares de la edición crítica de la Obra Completa del filósofo. Es decir, el niño debe aprender leyes, «civilidad», comportamiento en sociedad, buenas maneras, pero sólo como paso previo al desarrollo de su razón, la cual le hará capaz de desear la ley por sí misma, independientemente de los premios o castigos asociados a ella o de la costumbre o las normas y convenciones sociales. Tanto es así que incluso a la religión se llega por la moralidad y no al revés. Es más importante una razón que establezca el amor y deseo de actuar acorde con una máxima moral que el ser llevado a ello por la fe en un Dios. El movimiento en la religión es, como digo, contrario, en la línea de la religión natural ilustrada, que hace de Dios una especie de recurso para la razón y la moral, lo cual como es bien sabido, fue de hecho un tópico de la razón práctica kantiana.

En general la pedagogía kantiana no se entiende sin su sistema filosófico. Me ha parecido que de un modo sutil, Kant tiene esto en mente y lo recoge en su tratadito en algunas frases y lugares muy rousseaunianos.

Así, Kant es un pedagogo racionalista y formalista, como era de suponer. Se le tacha, oficialmente, de idealista. Todo esto quiere decir que elude la materialidad en la ética, como hemos indicado, y constantemente está operando con un hombre ideal, adelgazado, reducido a sus componentes racionales, a su capacidad de actuar según máximas, que es lo que hay que perseguir y que por tanto constituye, obsesivamente para él, el fin de la educación, sin concretar ya más cosas. El formalismo moral del imperativo categórico late aquí como ideal pedagógico que hace hombre al hombre y que lo eleva sobre su propia animalidad.  

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