Dos derechos de los padres

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Respuesta dada por: gabrielandrequintani
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Derecho a conocer la vida privada de tu hijo.

La adolescencia suele convertirse en una etapa de alejamiento. La mayoría de los adolescentes tienden a distanciarse de su familia y buscan referencias en grupos de amigos externos al hogar.

Normalmente como padre llegas a conocer, o al menos intuir, lo que tu hijo hace durante el tiempo libre fuera de casa. Pero hay ocasiones en las que pueden aparecer síntomas extraños y a pesar de tu preocupación, el adolescente mantiene en secreto sus actividades.

Puedes llegar a sospechar que tu hijo se vea envuelto en problemas con drogas, robos o delincuencia. Si estás en esta situación y mientras sea menor de edad debes considerar que como padre eres el responsable de su protección y su salud.

Esto justifica que puedas utilizar estrategias para conocer su vida privada y así poner remedio a los problemas que experimenta y que pueden afectar su desarrollo. Los derechos de los padres se fundamentan en base a la crianza y la protección de sus hijos.

Derecho a elegir la educación que das a tu hijo.

De momento no existe un carné de padre. Nadie te obliga a estudiar un módulo de paternidad en la universidad. Y esto es un problema. Muchas veces te puedes sentir desamparado e indeciso. La responsabilidad de educar es tuya y la sociedad tiende a juzgar a un padre por los resultados que se ven en su hijo. Esto puede ser injusto en ocasiones y muy doloroso en otras.

Sin embargo, sí se ha encontrado que existen unas formas de educación que son más productivas que otras y que suponen menos conflictos familiares. Imagínate las posibilidades que existen. Puedes ser un padre autoritario en un extremo o muy tolerante en el otro.

Tienes derecho a elegir la postura que quieras de las dos. Lo que se ha encontrado en la investigación al respecto es que son más eficaces las alternativas intermedias. Saber cuándo ser firme y cuándo ser laxo es algo que tendrás que aprender. Pero si logras una buena combinación de ambas posturas tendrás el éxito educativo asegurado.

Elegir el tipo de educación es uno de los derechos de los padres, pero ten en cuenta que una educación exitosa reúne:

Firmeza a la hora de establecer unas normas con criterios claros. Pocas reglas sobre aspectos que se consideran importantes en tu familia aseguran estabilidad y respeto.

Tolerancia cuando muestres confianza en tu hijo si demuestra que la ha merecido. La educación es una cuestión de dar y recibir. Padre e hijo estáis en una relación de dependencia y el proceso tiene que ser una evolución por las dos partes.

Diálogo para establecer las normas a partir de la adolescencia. Tu hijo querrá ser parte de tu hogar y una buena forma de conseguirlo es que participe de las tareas familiares y de la organización de la casa.

Claridad en los criterios que estableces para la obtención de premios y castigos. La estabilidad es clave para un adolescentes y agradecerá vivir en un mundo predecible, tanto para lo bueno como para lo malo.

Unanimidad entre todos los adultos responsables que educan. No puedes permitir que tu criterio educativo sea diferente al de tu pareja. Tu hijo viviría en una lucha continua por entender su realidad y por sacar tajada aprovechando la situación.

Nuestra recomendación es que te asesores sobre las formas de educar y que valores la que mejor se adapta a tu situación. Cuando tienes buenas herramientas y sabes utilizarlas el trabajo es más sencillo y con mejores resultados.

Derecho a castigar a tu hijo.

El castigo es una herramienta tabú en nuestra sociedad. Sin embargo la investigación demuestra que es una de las formas más efectivas de cambio de conducta. En determinadas circunstancias puede ser una opción eficaz.

Si te planteas el castigo como herramienta educativa ten en cuenta que:

El castigo físico es ilegal, anti-ético y deplorable. Lo mismo podríamos decir de la violencia verbal o psicológica. Y esto último es más habitual en las familias de lo que puede parecer.

No castigues con la privación de alimento, con la posibilidad de que tu hijo se comunique o con su descanso. Tienes un arsenal infinito de posibles castigos para tu hijo sin tener que recurrir a sus necesidades básicas. Tampoco es recomendable el estudio como castigo, porque luego se puede convertir en una actividad aversiva. Te estarás preguntando qué otras opciones quedan.

Pues ahí van algunas:

Pérdida de privilegios en el hogar.

Reducción de las horas de tiempo libre o de ocio independiente.

Pérdida de puntos de comportamiento o fichas de refuerzo.

Afectar contratos de comportamiento para recibir premios.




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