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Es una parte de la sabiduría convencional y establecida, el aceptar que los conquistadores de América sacaron del continente una cantidad enorme de oro y plata, principalmente el gobierno español.
Esto se ve como un saqueo de enorme escala que dañó a la región de tal manera que así se explica su subdesarrollo aún en la actualidad.
Tales opiniones sostuvo una persona durante una conversación de amigos hace escaso tiempo. Mantuvo con frenesí que de haberse quedado esa cantidad de metales preciosos en los países de Latinoamérica, ahora seríamos una colección de países muy desarrollados y poderosos.
Todo por habernos quedado con el oro y la plata.
Esta opinión forma parte de lo políticamente correcto, es decir, se repite y se pide que la gente no cuestione tal afirmación… si lo hace, se convierte en un traidor.
Ojalá la realidad pudiera ser ésa, porque entonces nuestro desarrollo regional podría concentrase en la actividad minera y la adquisición en el extranjero de más oro y más plata. Con el tiempo, acumulando los metales, creceríamos sin preocuparnos por nada más.
Al final de cuentas eso es lo que dijo esa persona: todo es una cuestión de tener oro y plata y fue por ese saqueo que ahora somos pobres en América Latina.
Mucho me temo que es falso. Es cierto que el gobierno español llevó a sus tierras cantidades enormes de metales preciosos que obtuvo de América, pero las consecuencias no fueron agradables para ese país.
En esos tiempos la riqueza era considerada como la posesión de metales preciosos, que eran al fin monedas. Pero tener monedas, en sí mismo, no tiene sentido.
Durante el siglo 16, se registró una gran inflación que inició en España y se difundió al resto de Europa. Para nosotros en la actualidad es obvio, pero quizá no lo era tanto para ellos.
Poseer dinero no tiene sentido en sí mismo, pero lo tiene cuando se entiende que el dinero sirve para comprar cosas. La riqueza está en esos bienes y en la capacidad para crearlos, no en el dinero.
Tener monedas, oro o plata, es lo de menos cuando no se tienen cosas en cantidad suficiente. Nadie puede comer o beber esos metales. Su utilidad esencial es la de servir como medios para adquirir las cosas que sí tienen utilidad.
Todo el oro y toda la plata enviada a España de poco les sirvió, pues además su gobierno tomó medidas económicas desastrosas, que dañaron la producción de bienes.
Mucho dinero y pocos bienes es igual a inflación: las mismas cosas van a costar más. Nadie mejora, al contrario. Los únicos beneficiados son los monarcas, que obtienen recursos para realizar sus sueños de gloria y las guerras que les darán honores.
Creo que este punto bien vale una segunda opinión. Quien afirma que la pobreza del continente americano se debe al saqueo de metales preciosos de esta región comete el mismo error que tuvieron quienes se llevaron los metales preciosos: el creer que poseer esos recursos significa que ya se es rico y desarrollado. Están equivocados.
Supongamos, por un momento, que todo el oro y toda la plata se hubieran quedado en América. Si esto hubiera sucedido, dicen los que hablan de saqueo, los países de la región serían ahora naciones desarrolladas.
No, lo que habría sucedido es lo mismo que aconteció en España: una inflación grande. No habría habido desarrollo, habría habido una elevación enorme de precios.
Dentro de la mentalidad que culpa al saqueo de metales preciosos de causa pobreza en el continente, se encuentra el síndrome de la culpa ajena: soy lo que soy por culpa de otros y yo soy una víctima inocente que nada puedo hacer por mí mismo.
Esta mentalidad es proclive a culpar de la situación actual a hechos pasados realizados por terceros que resultan villanos.
No sé usted, pero he encontrado esta opinión en no pocas personas, algunas de ellas con buen nivel de educación. Expresan una especie de lamento que afirma que Latinoamérica sería hoy algo muy diferente de haberse quedado esos metales en la región.
Ninguna evidencia tienen que sostenga esa opinión. Al contrario. Se habría tenido la inflación que padeció España.
Se trata de una mala definición de riqueza. Ella no está en el oro, ni en la plata, ni en el dinero. La riqueza está en la capacidad de producir bienes, muchos bienes de buen precio y variados.
El dinero y las monedas son uno de los medios que se necesitan para producirlos. Hay otros que también son necesarios, mucho más necesarios, como talento, conocimientos, iniciativa, esfuerzo, libertad y demás.