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Me senté en una silla con mi baso rojo en la mano, no sabía aún porqué había accedido a venir con Anna a la fiesta sabiendo que la odiaría al primer minuto.
Miré el vestido negro que me había hecho ponerme An, lo odiaba, no me gustan los vestidos.
Ahora mismo podría estar con una sudadera, unos pantalones de chándal y un libro relajada leyendo en mi cama, pero no, estaba en esta odiosa fiesta de babosos universitarios.
Me levanté, no aguantaba ni un minuto más con esa música retumban dome en los oídos así que decidí irme andando a nuestro piso.
Salí. Hacía frío pero me daba igual, empecé a caminar abrazándome a mi misma y llegué después de una tediosa media hora a casa.
Abrí la puerta, tiré el bolso en cualquier parte y ya en mi habitación me puse el outfit antes mencionado cogí el libro que actualmente me estaba leyendo y decidí no volver a aceptar nunca más ir a una fiesta, había sido la peor hora desperdiciada de toda mi vida.
No me tenía que preocupar por An, seguro que ahora ya se había olvidado de mi existencia de tan bebida que estaria y se volveria sobre el medio dia depués de despertar en la cama de cualquiera de la fiesta y hechar un polvo matutino.
Así que abrí el libro, dejé el unto de libro en la mesita de noche y empecé a leer perdiendo completamente la noción del tiempo.