Respuestas
En las orillas del río Nilo, pobladores que huían del desierto, encontraron un lugar para establecer su hogar en el año 5.000 a. C, aproximadamente. Se consideraban descendientes del dios Horus y en sus comienzos formaron grupos o nomos liderados por un jefe; especies de provincias, diferenciados por razas y con mucha independencia, cada uno con un animal patronímico, que luego tuvieron su representación en el panteón egipcio; en un período que se conoce como predinástico.
Esos reinos primeros, fueron uniéndose en forma pacífica o violenta hasta que se agruparon en dos, divididos geográficamente por el paralelo de Menfis: el del Alto Egipto, situado al sur, cuya capital fue Nejen, comprendía veintidós nomos y su diosa fue Nejbet (diosa buitre); y el del Bajo Egipto, al norte, en el delta, integrado por veinte nomos, con capital establecida en Buto, y su diosa era Uadyet (diosa cobra). Cada uno de esos dos reinos poseía un faraón que los gobernaba. La unificación final de Egipto, según el historiador y sacerdote de esa nacionalidad, Manetón, que vivió en el siglo III antes de la era cristiana (su obra la conocemos a través de cronistas árabes y judíos) ocurrió cuando un rey del Alto Egipto, llamado Menes invadió el Bajo Egipto, coronándose como rey de ambos reinos en el año 3100 a. C. y así surgió la primera dinastía de un total de treinta.
En Nemen, en el templo de Horus, se encontró una placa de pizarra (esquisto verde) en el año 1898, conocida como “paleta de Narmer” que representa según Gardiner la victoria del rey del Alto Egipto con su corona alta y blanca derrotando al que porta la corona roja, en forma de birrete circular, rey del Bajo Egipto, lo que indica que la unificación distó de ser pacífica.