Respuestas
La copla del atlántico - Poemas de Ricardo Méndez De Paz
Ciento seis millones me separan
El inmenso mar me ubica alejado
No obstante los sueños me alcanzan
Y tu semblante me ha galanteado
Ni olas ni mareas hundirán mi pasión
Mis sueños me espolian a estar junto a ti
Lucharé por atravesar el confín
Que si naufragar nadaría por tu amor
Cabello castaño me envuelve el alma
Ojos marrones que me iluminan
En tu ausencia no hallo la calma
Y mis sentimientos hacia ti caminan
Volaré sobre el Atlántico sin miedo
Que por tu amor con todo yo puedo
Ni tormenta ni marea ni huracán
A la deriva me llevarán
Dos veces contigo he soñado
A despecho de mi voluntad
Y ahora quiero demostrarte toda mi bondad
Pues eres mi perla mi esperanza
Pues eres mi paz mi belleza
Si mi corazón te alcanza
Tu serás mi gran riqueza
Cinco siglos que Colón
Ha descubierto tu continente
Pero presenciándote a mi frente
Hallaré ese ensoñado amor
1) La manía de coplar :
A pesar de estar contento
no canto solo alegrías,
doy consuelo a las tristezas,
sean de otros, sean las mías.
En la copla soy abierto
no la quiero para mí
la copla es un bien común
así yo la conocí.
Coplo con entusiasmo
a la mujer que me inspira
pero también le echo flores
a esa que ni me mira.
A veces ando atareado
pero me doy mi respiro,
yo quiero a la que me quiere
y a la que no, la suspiro.
Soy muy pródigo en abrazos
por eso en este final
le dejo franco mi pecho
a quien lo quiera tomar.
2) Coplas del nene arquero
Aquí buscando a cupido
para cortarle las alas
y evitar que aquel amor
nos ocupe las entrañas
provocándonos la herida
que es tan difícil curarla.
Si lo llegaras a ver
notifícanos tal hecho
para llevar las tijeras
escondidas en un cesto
ya verán que a ese cupido
nos lo ponemos parejo.
Primero le damos coba
a modo que su carcaj
sepamos en buen momento
de venablos trasegar
para que cuando reaccione
de flecharnos sea incapaz.
Pero si erramos en eso
resultó que en esta vez
el chamaquito encuerado
nos derrotó en buena ley
cuando presto estira el arco
ya nada se puede hacer.
3) Romance para la luna costeña
A la luna de mi tierra
una palma la sostiene,
es por eso que me alumbra
como farol que se mece,
y el recuerdo de una joven
en el alma me entreteje.
Poco a poco voy buscando
una página que albergue,
con los versos que me inspira,
el trovar que la encarece,
y la luna suspirando
con su luz iridiscente,
la convoca condolida,
y no dudo que ahora llegue
a tocarme el corazón
con su mano que no hiere.
Esta noche, en la penumbra,
si la busco y no aparece
ya sabrá cuanto la extrañan
la razón y el inconsciente;
pues su luz cuando hace falta
es silencio que no duerme.
Quien la viera entre mis brazos,
destellando transparente,
a esa luna de mi tierra
por la que mi voz se pierde,
reclamando la ternura
de su abrazo preferente.
Quien la viera, quien la viera
con su edad, cuando ella llegue
restañando las heridas
en mi pecho de transeúnte;
a esa luna de mi tierra
que me trajo con su veste,
el bullir de esta canción
que en mi afán ahora se vierte.
4) Coplas de la limonaria florecida
Limonaria florecida
de los campos de mi anhelo,
con el alma yo te canto
sobre el aire de este verso,
cuando inhalo tu perfume
en las noches de febrero.
Eres un trino en el día
con tu blancura de nube;
en la noche, serenata
que, en mis suspiros, resume
el canto de una guitarra
esperando que la pulse.
Entonces empiezo a andar,
pero te llevo conmigo;
con tu recuerdo me asumo
al dictado del destino,
porque en mi mano floreces
radiante como un hechizo.
Ay, hermosa y florecida,
fleco de albura encantada,
eres el don que ornamenta
las tejuelas de mi casa,
ahí callada penetras
en acordes de fragancia.
Amo tu sol gemebundo
iluminando mí vela,
porque otra vez, en mi patio,
así mis ojos te vieran,
con especial atavío,
semejante a una princesa.
Pero, ya ves, limonaria,
no estoy solo ni estás sola,
pues nos acompaña el mar
argumentando en su glosa,
que por alcanzar la luna
soñó también con la gloria.