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Por su simbolismo. Fue prisión en la que, según decían, eran apresados y reprimidos los librepensadores de la época, lo que hoy llamaríamos presos políticos. Y algo había, allí estuvieron presos personajes como Voltaire y Diderot. No menos cierto, sin embargo, es que cuando fue asaltada albergaba la enorme cantidad de ¡siete prisioneros!
Por su apariencia de fortaleza represora. Que la tenía. O, mejor, de fortaleza defensiva: había sido construida para evitar que los ingleses, en la Guerra de los Cien Años, entrasen fácilmente en París. A las alturas de la Revolución ese carácter defensivo se había olvidado y parecía vigilar a las gentes de los barrios más desarrapados de París.
Por su contenido. Una buena cantidad de pólvora, que nunca viene mal en el ambientillo revolucionario, se guardaba entre sus muros.
Por la propaganda: ¡Hemos tomado la Bastilla!, ¡la Monarquía absoluta está finiquitada!, ¡el centro de la represión de las libertades ha caído!