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Aunque no existen retratos de Jesús ni indicaciones acerca de su aspecto físico, son muy frecuentes sus representaciones en el arte. Jesús con la cruz a cuestas, por el Greco.
Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret, existente en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul), fechada cerca de 1280.
Jesús de Nazaret, también conocido como Jesús,Nota 1 Cristo,Nota 2 o Jesucristo, es la figura central del cristianismo y una de las más influyentes de la cultura occidental. Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura,Nota 3 Jesús de Nazaret fue un predicador judíoNota 4 que vivió a comienzos del siglo i en las regiones de Galilea y Judea, y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30, bajo el gobierno de Poncio Pilato.
Para la mayoría de las denominaciones cristianas, es el Hijo de Dios y, por extensión, la encarnación de Dios mismo. Su importancia estriba asimismo en la creencia de que, con su muerte y posterior resurrección, redimió al género humano. El judaísmo niega su divinidad, que es incompatible con su concepción de Dios. En el islam, donde se lo conoce como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes.
Lo que se conoce de Jesús procede casi exclusivamente de la tradición cristiana —aunque se le menciona en fuentes no cristianas—,1 especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos treinta o cuarenta años, como mínimo, después de la muerte de Jesús. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse.
Jesús padeció y fue crucificado por los pecados del mundo, dando así a cada uno de los hijos de Dios el don del arrepentimiento y del perdón. Solamente por medio de Su misericordia y Su gracia cualquier persona puede salvarse. Su posterior resurrección preparó el camino para que cada persona pudiera superar también la muerte física. A estos acontecimientos se les denomina la Expiación. En pocas palabras, Jesucristo nos salva del pecado y de la muerte. Por ese motivo es, literalmente, nuestro Salvador y Redentor.
En el futuro, Jesucristo volverá a reinar en la tierra en paz durante mil años. Jesucristo es el Hijo de Dios y Él será nuestro Señor para siempre.